jueves, 21 de octubre de 2010

Fidel y la ética revolucionaria

"Los nuevos sentimientos no vendrán de Dios
sino de nuestra voluntad y ejemplo.
Si no empezamos nuestra valoración desde hoy
ni mañana ni nunca va a haber tiempo."
Si no es mucho pedir, Silvio Rodríguez

Fragmento del discurso pronunciado por Fidel Castro en el Aula Magna de la Universidad de La Habana el 17 de noviembre de 2005, en el 60º Aniversario de su ingreso en la universidad, en el que habla de la ética y el futuro de la Revolución cubana:

[...] "A mí me ha hecho pensar en estos temas la idea, para mí clara, de que los valores éticos son esenciales, sin valores éticos no hay valores revolucionarios.

No sé por qué los comunistas fueron imputados de la filosofía de que el fin justifica los medios, y a veces, incluso, uno se pregunta por qué no se defendieron más los comunistas de aquella acusación de que el fin justificaba los medios; me lo explico, incluso, por razones históricas, por la enorme influencia ejercida por el primer Estado socialista, y por la primera y verdadera revolución socialista, la primera en la historia, que surge en un país feudal, con hábitos y costumbres feudales en gran parte todavía, analfabeta la mayoría de la población; pero era la primera revolución proletaria a partir de las ideas de Marx y Engels, desarrollada por otro gran genio que fue Lenin.

Lenin sobre todo estudió las cuestiones del Estado; Marx no hablaba de la alianza obrero-campesina, vivía en un país con gran auge industrial; Lenin vio el mundo subdesarrollado, vio aquel país donde el 80% o el 90% era campesino, y aunque tenía una fuerza obrera poderosa en los ferrocarriles y en algunas industrias, Lenin vio con absoluta claridad la necesidad de la alianza obrero-campesina, de la cual no había hablado nadie, todo el mundo había filosofado, pero no había hablado sobre eso.Y en un enorme país semifeudal, semisubdesarrollado, es donde se produce la primera revolución socialista, el primer intento verdadero de una sociedad igualitaria y justa; ninguna de las anteriores que eran esclavistas, feudales, medievales, o antifeudales, burguesas, capitalistas, aunque hablaran mucho de libertad, igualdad y fraternidad, ninguna se propuso jamás una sociedad justa.

A lo largo de la historia, el primer esfuerzo humano serio por crear la primera sociedad justa, comenzó hace menos de 200 años; en 1850 creo que se escribió el Manifiesto Comunista, y faltan 45 años, sí, faltan 45 años para cumplir 200 años, y puede apreciarse después la evolución del pensamiento revolucionario.

Con dogmatismo no se hubiera jamás llegado a una estrategia.Lenin nos enseñó mucho, porque Marx nos enseñó a comprender la sociedad; Lenin nos enseñó a comprender el Estado y el papel del Estado.

Todos esos factores históricos influyeron tremendamente en el pensamiento revolucionario, y hubo desde luego prácticas abusivas y en ocasiones repugnantes. Eso impulsó la calumniosa imputación de que para el comunista “el fin justifica los medios.”

Yo he pensado mucho en el papel de la ética.¿Cuál es la ética de un revolucionario?Todo pensamiento revolucionario comienza por un poco de ética, por un poco de valores que le inculcaron los padres, le inculcaron los maestros, él no nació con esas ideas; igual que no nació hablando, alguien lo enseñó a hablar.La influencia de la familia es también muy grande.

Cuando nosotros hemos estudiado los casos de los jóvenes que están en prisión entre 20 y 30 años, vemos procedencia, niveles culturales de los padres, y tienen influencia decisiva, al extremo de que durante la batalla de ideas, nosotros, haciendo todo tipo de investigaciones sociales de esa índole, arribamos a la conclusión de que el delito en Cuba estaba estrechamente asociado al nivel cultural y al status social de los padres; era increíble el bajísimo porcentaje de hijos de profesionales universitarios e intelectuales que delinquían, como era igualmente increíble el número de aquellos que procedían de familias humildes donde no existía esa base cultural.Otro problema influía mucho:la disgregación del núcleo en una familia humilde de bajo nivel cultural.Algunos hijos no se quedaban ni con el padre ni con la madre, sino con una tía, una abuela con dificultades de salud u otros problemas, esto ejercía notable influencia en el destino del niño.

Fue cuando utilizábamos aquellas brigadas universitarias que visitaban los barrios más pobres, o cuando un día decidimos movilizar 7 000 estudiantes a los que después entregué a cada uno un diploma, los firmé en el avión, venía de África; por el camino, no se sabe las horas interminables en que firmé miles de diplomas, por el valor que le daba a aquel trabajo.Los visitaba en su tarea, y cómo aprendimos.Había que ver qué pasaba allí en la sociedad.Queríamos saber muchas cosas y no las sabíamos: cómo vivía la gente.

Fue en esa ocasión cuando descubrimos que, por ejemplo, una madre podía estar trabajando, recibir un sueldo, tener a la vez un hijo con retraso mental severo, encamado y necesitado de atención todo el tiempo, había que hacérselo todo.Algún familiar se lo cuidaba mientras ella trabajaba.Un día el familiar se marchaba, o moría, y aquella mujer tenía que escoger entre el trabajo, del cual recibía su sustento, o atender al hijo.

Quiero que sepan que aquella vez decidimos que toda mujer en esas condiciones debía optar, según su oficio, según las necesidades e importancia de su trabajo para la sociedad, por recibir el salario por cuidar al niño, o el Estado sufragar el salario de alguien que atendiera a ese niño, mientras ella trabajaba.Es un ejemplo de muchos.

También ayudaron las brigadas de estudiantes a salvar vidas de personas, por ejemplo, que se iban a suicidar por enfermedad mental o depresión por otra causa.¡Cómo descubrimos cosas!Había no sé si 20 000 ó 30 000 personas de más de 60 años que vivían solas y no tenían muchos ni un timbrecito donde avisarle a alguien si sufrían un fuerte dolor en el pecho o cualquier otro problema de esa índole.Esa era la sociedad.

Vimos los ingresos que recibía cualquier ciudadano por pensión o asistencia social. Muchos datos no aparecían en ninguna estadística, no aparecían en ningún censo.Ibamos descubriendo, descubriendo y descubriendo cosas, y haciendo cosas, fraguando ideas.Llegamos a fraguar más de 100 programas sociales, muchos de ellos se están cumpliendo ya hace rato. No hemos estado divulgando lo que se hizo. Qué días gloriosos aquellos en los que, partiendo fundamentalmente de los cuadros de la juventud y con el apoyo del Partido y de todas las instituciones, se desarrolló aquella batalla de ideas en torno al regreso del niño secuestrado en Estados Unidos.

Toda la vida tendremos que estar agradecidos de las circunstancias que aceleraron de tal forma nuestro conocimiento de la sociedad y nuestro aprendizaje. Pienso que tal vez hoy no estaríamos haciendo lo que estamos haciendo si no hubiéramos vivido aquella experiencia.

Creamos el primer curso de trabajadores sociales.Hubo que saber cuáles eran los salarios mínimos. Quiero que sepan que el aumento de este se hizo después de que se había recorrido todo el país, y la asistencia social era un tercio de la que se estableció este año, llevándola a 129 pesos promedio.Fue más fuerte lo que se hizo cuando se elevaron las jubilaciones y pensiones, cuando la mínima se elevó hasta 150, a 190 la siguiente categoría y a 230 la subsiguiente.También el salario mínimo se elevó fuertemente.

Hablábamos de la importancia del factor ético. Habría que investigar las razones de la confusión.Pienso que ocurrieron acontecimientos históricos que influyeron en la idea de que para un comunista el fin justificaba los medios, acontecimientos internacionales difíciles de comprender —los he mencionado en más de una ocasión—, a pesar de todo el antecedente que constaba del intento franco-británico, las dos grandes potencias coloniales, las mayores del mundo, de lanzar a Hitler contra la URSS.Pienso que los planes imperialistas de lanzar a Hitler contra la URSS jamás habrían justificado el pacto de Hitler con Stalin, fue muy duro. Los partidos comunistas, que se caracterizaban por la disciplina, se vieron todos obligados a defender el Pacto Molotov-Ribbentrop y a desangrarse políticamente.

Antes de ese pacto, la necesidad de unirse en la lucha antifascista condujo en Cuba a la alianza de los comunistas cubanos con Batista, y ya Batista había reprimido la famosa huelga de abril de 1934, que vino después del golpe de Batista contra el gobierno provisional de 1933, de incuestionable carácter revolucionario y fruto, en gran parte, de la lucha heroica del movimiento obrero y los comunistas cubanos.Antes de aquella alianza antifascista, Batista había asesinado no se sabe a cuánta gente, había robado no se sabe cuánto dinero, era un peón del imperialismo yanki; pero vino de Moscú la orden: organizar los frentes antifascistas.A pactar con el demonio.Aquí pactaron con el ABC fascista y con Batista, un fascista de otro tipo, un criminal y un saqueador del tesoro público.

Son acontecimientos muy difíciles, pero venían unos tras otros, y los comunistas más disciplinados del mundo, lo digo con sincero respeto, eran los partidos comunistas de América Latina y entre ellos el de Cuba, del cual tuve siempre y conservo un altísimo concepto.

Hoy podemos hablar del tema porque hoy vamos marchando hacia nuevas y nuevas etapas.

Los militantes del Partido Comunista de Cuba eran los ciudadanos más disciplinados, más honrados y más sacrificados de este país, contribuían al Partido; los legisladores del Partido entregaban una proporción de su ingreso, eran la gente más honrada de este país, independientemente de la línea equivocada impuesta por Stalin al movimiento internacional.Cómo culparlos.Póngalos en el dilema de aceptar o no algo, a mi juicio, absolutamente correcto:la unión de todos los comunistas.“Proletarios de todos los países, ¡uníos!”, o romper abiertamente, en aquellas circunstancias, la disciplina.

Y no soy de los que se ponen a criticar a los personajes históricos satanizados por la reacción mundial para hacerles gracia a los burgueses y a los imperialistas; tampoco voy a cometer la tontería de no atreverme a decir algo que tengo el deber de decir un día como hoy.Nosotros debemos tener el valor de reconocer nuestros propios errores precisamente por eso, porque únicamente así se alcanza el objetivo que se pretende alcanzar. Pues sí, se creó tremendo vicio de abuso de poder, de crueldad, y en especial el hábito de imponer la autoridad de un país, de un partido hegemónico, a los demás países y partidos.

Nosotros hemos estado más de 40 años manteniendo relaciones con el movimiento revolucionario en América Latina, y relaciones sumamente estrechas.Jamás se nos ocurrió decirle a ninguno lo que debía hacer.Ibamos descubriendo, además, el celo con que cada movimiento revolucionario defiende sus derechos y sus prerrogativas.

Recuerdo momentos cruciales, lo digo aquí y nada más que una partecita:cuando la URSS se derrumbó y se quedó sola mucha gente, entre ellas nosotros, los revolucionarios cubanos.Pero nosotros sabíamos lo que debíamos hacer y lo que teníamos que hacer, cuáles eran nuestras opciones.Estaban los demás movimientos revolucionarios en muchas partes librando su lucha.No voy a decir cuáles, no voy a decir quiénes; pero se trataba de movimientos revolucionarios muy serios, nos preguntaron si negociaban o no ante aquella situación desesperada, si continuaban luchando o no, o si negociaban con las fuerzas opuestas buscando una paz, cuando uno sabía a qué conducía aquella paz.

Yo les decía:“Ustedes no nos pueden pedir opinión a nosotros, son ustedes los que irían a luchar, son ustedes los que irían a morir, no somos nosotros. Nosotros sabemos qué haremos y qué estamos dispuestos a hacer; pero eso solo lo pueden decidir ustedes.”Ahí estaba la más extrema manifestación de respeto a los demás movimientos y no el intento de imponer sobre la base de nuestros conocimientos y experiencias y el enorme respeto que sentían por nuestra Revolución para saber el peso de nuestros puntos de vista. En ese momento no podíamos pensar en las ventajas o desventajas para Cuba de las decisiones que tomaran: “Decidan ustedes”, y así cada uno de ellos, en momentos decisivos, decidió su línea.

Nosotros somos un pequeño país aquí en el Caribe, a 90 millas del imperio y a unas pulgadas de su base ilegal, mil veces más débil que lo que era la URSS en la época de su pacto con Hitler, o cuando estaba dando órdenes a los líderes de los partidos comunistas.En la época de la República de Weimar, que surgió en Alemania después de la Primera Guerra Mundial, la increíble crisis económica desatada como consecuencia del Pacto de Versalles impuesto a aquel país por Inglaterra, Francia y Estados Unidos, por un lado fortalecía al movimiento revolucionario y por otro a las fuerzas nacionalistas más reaccionarias.

Hitler triunfa electoralmente frente a los partidos burgueses liberales y frente a las fuerzas comunistas combativas y revolucionarias;pero pudo más en esa situación el resentimiento terrible del pueblo alemán por las condiciones leoninas establecidas por los vencedores. Y así es como llega Hitler al poder. Este, en un libro que escribió, había declarado desenfadadamente su propósito de buscar espacio vital en el territorio de la URSS para la raza alemana, a costa de los rusos, a su juicio raza inferior. Todo eso estaba escrito, y el movimiento comunista se educó en ideas y conceptos muy claros contra el nazifascismo.

En nuestro país, después de tantos revolucionarios caídos, siendo los comunistas los más conscientes, los mejores militantes, la gente más honrada, el partido marxista-leninista fue conducido, sin embargo, a aquella alianza con Batista, que tanto reprimió a los estudiantes y al pueblo en general.Los jóvenes eran muy reacios a su poder; los obreros, que veían sus intereses defendidos continuamente por los dirigentes comunistas, eran firmes y leales al Partido; pero en la juventud y en amplios sectores populares había mucho rechazo justificado a Batista.

Pienso que la experiencia del primer Estado socialista, Estado que debió arreglarse y nunca destruirse, ha sido muy amarga.No crean que no hemos pensado muchas veces en ese fenómeno increíble mediante el cual una de las más poderosas potencias del mundo, que había logrado equiparar su fuerza con la otra superpotencia, un país que pagó con la vida de más de 20 millones de ciudadanos la lucha contra el fascismo, un país que aplastó al fascismo, se derrumbara como se derrumbó.

¿Es que las revoluciones están llamadas a derrumbarse, o es que los hombres pueden hacer que las revoluciones se derrumben?¿Pueden o no impedir los hombres, puede o no impedir la sociedad que las revoluciones se derrumben?Podía añadirles una pregunta de inmediato.¿Creen ustedes que este proceso revolucionario, socialista, puede o no derrumbarse? [Exclamaciones de:“¡No!”] ¿Lo han pensado alguna vez?¿Lo pensaron en profundidad?

¿Conocían todas estas desigualdades de las que estoy hablando?¿Conocían ciertos hábitos generalizados?¿Conocían que algunos ganaban en el mes cuarenta o cincuenta veces lo que gana uno de esos médicos que está allá en las montañas de Guatemala, miembro del contingente “Henry Reeve”?Puede estar en otros lugares distantes de África, o estar a miles de metros de altura, en las cordilleras del Himalaya salvando vidas y gana el 5%, el 10%, de lo que gana un ladronzuelo de estos que vende gasolina a los nuevos ricos, que desvía recursos de los puertos en camiones y por toneladas, que roba en las tiendas en divisa, que roba en un hotel cinco estrellas, a lo mejor cambiando la botellita de ron por una que se buscó, la pone en lugar de la otra y recauda todas las divisas con las que vendió los tragos que pueden salir de una botella de un ron, más o menos bueno.

¿Cuántas formas de robo hay en este país?¿Por qué en los estados de opinión leo todos los días que muchos preguntan cuándo van los muchachos para las tiendas en divisa, cuándo van para las farmacias, cuándo van para aquí y para allá? Se han llenado de admiración y simpatía esos jóvenes trabajadores sociales de origen muy humilde, y muy bien preparados.

Miré aquellos rostros, como puedo mirar estos, y los rostros dicen más que cualquier artículo, dicen más que cualquier libro, dicen más que cualquier cliché.Ustedes conocen muy bien que desde que esta civilización existe, desde que la propiedad privada existe, surgió también la diferencia de clases y que el mundo ha conocido solo la sociedad de clases, lo demás es prehistórico.

¿Y cómo puedo saber que ustedes proceden de sectores humildes? Ninguno de ustedes llegó a la universidad porque fuera hijo de un propietario de importantes extensiones de tierra.

Aquí estamos nosotros, me han hecho el honor de situarme aquí.¿Quién de ustedes tiene por padre a alguien que posea 1.000 hectáreas, o que domine sobre 10.000 hectáreas? No le voy a preguntar a cada uno de ustedes, a mí me basta verlos, si acaso es hijo de algún profesional, algunos de capas medias.Ustedes aplaudieron muy bien porque yo sé de dónde ustedes vienen, y ustedes saben que hoy no hay quién corte caña.¿Y quiénes la cortaban?

También se puede explicar por qué no cortamos caña hoy, no hay quien la corte y las pesadas máquinas destruyen los cañaverales. Los abusos del mundo desarrollado y los subsidios condujeron a precios del azúcar que eran, en ese mercado mundial, el precio del basurero del azúcar, mientras que en Europa pagaban dos o tres veces más a sus agricultores.

Cuando la URSS nos pagaba nuestro azúcar a 27 ó 28 centavos y la pagaba con petróleo, le costaba menos el azúcar pagada con petróleo que el azúcar de remolacha producida casi artesanalmente en los campos de la URSS, un país en el que la economía crecía extensivamente, no intensivamente y, por tanto, nunca alcanzaba la fuerza de trabajo, la remolacha azucarera ocupaba a mucha gente.

Pero vamos llegando —yo he llegado, y hace mucho tiempo— a plantearnos esta pregunta, frente a ese superpoderoso imperio que nos acecha, nos amenaza, tiene planes de transición y planes militares de acción, en determinado momento histórico.

Ellos están esperando un fenómeno natural y absolutamente lógico, que es el fallecimiento de alguien.En este caso me han hecho el considerable honor de pensar en mí.Será una confesión de lo que no han podido hacer durante mucho tiempo. Si yo fuera un vanidoso, podía estar orgulloso de que aquellos tipejos digan que tienen que esperar a que yo muera, y ese es el momento.Esperar que muera, y todos los días inventan algo, que si Castro tiene esto, que si tiene lo otro, si tal o más cual enfermedad. Lo último que inventaron es que tiene Parkinson.

Sí, yo me di una fortísima caída, y todavía estoy rehabilitándome de este brazo (Señala), y va mejorando.Agradezco muchísimo las circunstancias en que me rompí el brazo, porque me obligó a más disciplina todavía, a más trabajo, a dedicar más tiempo, a dedicar casi las 24 horas del día a mi trabajo, si las venía dedicando durante todo el tiempo del período especial, ahora dedico cada segundo y lucho más que nunca, además, me siento, por suerte, mejor que nunca, porque estoy más disciplinado y hago más ejercicios [Aplausos].

Han dicho Parkinson, y recuerdo que al otro día de la caída, me habían dicho fisuras, plural, en la parte superior del húmero, y cuando lo fui a escribir para informar lo ocurrido, me dicen:“No, porque fisura en plural es fractura.”A esa hora no tenía ya más remedio que decir:“Pongan fisura, que yo le voy a explicar al pueblo que no había fisura, que había fisuras.”Incluso lo hubiera dicho, porque así, en cualquier circunstancia, no temo al enemigo; creía que estaba en plenas facultades, que el problema era un accidente, no me había dado en la cabeza, si me doy en la cabeza seguramente no estaría aquí; monté en una ambulancia y vine para acá, donde, primero, me hicieron una rótula nueva con los ocho fragmentos de la anterior y todas las demás cosas.Aquellos que me han matado tantas veces estarían casi felices; pero han sufrido desilusiones tras desilusiones, y me han obligado a un trabajo duro en la cuestión de la rehabilitación, y todos los días, para que funcione mejor esa rótula.Y vaya usted a saber: dos litros de sangre se derramaron en el interior del hombro y la parte superior del brazo, que no aparecían en la imagen radiográfica.

He hecho esfuerzos, o sigo haciéndolos. Lo que he aprendido es que hasta el último segundo voy a estar haciendo ejercicios, no descuido nada, y tengo más voluntad que nunca para comer lo que debo y no comer un gramo más de lo que debo.

Ahora dicen que la CIA descubrió que yo tenía Parkinson.Eso es como aquel tipejo que descubrió que yo era el hombre más rico del mundo.¡Qué metedura de pata! Es una cuentecita que tengo pendiente.A ustedes les cuento que no he hablado de eso porque en los últimos tiempos no he tenido un espacio televisivo libre:Posada Carriles por acá, el bandidismo por allá, millones de cosas.Pero esa cuentecita se la tengo guardadita, tienen perdida la pelea, y el tipejo y todos los que lo apoyaron van a pasar un mal rato por haber metido el delicadísimo pie, andan ahora que no hallan qué hacer, tal vez el único recurso que les queda es rectificar.

Dijeron que tenía Parkinson. Cuando usted está haciendo el ejercicio, claro, el brazo lo tiene que ir fortaleciendo músculo a músculo.¿Cuántas personas yo no he tenido que saludar?Miles, y algunos llegan y arrancan el brazo, usted no se puede desquitar.Tiene que hacer como algunos, que cuando usted los toca por ahí ponen el hombro duro para que crean que está fortísimo y que es de hierro.Cada vez que me dan la mano hago eso.Ya este tiene más fuerza que este (Señala el brazo derecho).¿Qué les parece?

Pero la CIA había descubierto que tenía Parkinson.Bueno, no importa si me da Parkinson.El Papa tenía Parkinson y el Papa estuvo un montón de años recorriendo el mundo, tenía gran voluntad, le hicieron atentados, y yo hice así:“Deja ver cómo está el Parkinson mío, déjame apuntar (Apunta con el dedo índice fijamente) (Aplausos y exclamaciones), y entonces digo:Esa es la derecha.

Siempre he tenido buena puntería, fue una suerte, y la he conservado, sin mirilla telescópica, ¿no?, desde luego.

Al otro día del accidente, a usted que lo enviaron a un hospital, lo sacan de allí, lo llevan a otro punto, usted no protesta, pero sabe todo lo que están haciendo con usted, porque conmigo hubo que discutir la operación, y qué hacían en la rodilla y cómo lo hacían; qué hacían con el brazo, y dije:“Me ponen anestesia local”, porque si realmente no me siento en condiciones de hacer algo, llamo al Partido y digo:“Miren, no me siento en condiciones de hacer algo.”Por eso les he hecho críticas a los médicos, porque la gravedad de algunas cosas la redujeron un poquito.Este, cirugía, bien; este, rehabilitación, expresé:“Bueno, al fin y al cabo no voy a pitchear en el próximo campeonato de pelota ni voy a participar en las olimpiadas”, dije: Era mucho más peligroso someterse a una operación, clavos y veinte cosas.A una persona de 20 ó 25 años tienen que hacerle eso; pero en fin, había que hacer lo correcto, y si usted piensa que no está en condiciones de cumplir el deber, decir: “Me está ocurriendo esto, por favor, alguien que asuma el mando, yo no puedo en estas circunstancias.” Si voy a morir muero, si no muero y recobro las facultades, de todas formas uno tiene alguna experiencia, uno tiene cierta autoridad y no ganada con la mentira y el deshonor.Tenía que preocuparme de esas cosas en aquel momento.

Una vez dije que el día que muera de verdad nadie lo iba a creer, podía andar como el Cid Campeador, que ya muerto lo llevaban a caballo ganando batallas.

No hay que confiar nunca en el imperialismo, es traidor y capaz de cualquier cosa: torturas en Guantánamo, torturas en las prisiones de Iraq, cárceles de torturas en países exsocialistas, usa fósforo vivo, y después afirma: “Es la más inocente y legítima de las armas.” En cualquier circunstancia es de suponer que usted en mi caso disponga de un arma y esté en condiciones de usarla.Cumplo ese principio.Dispongo de una Browning, de 15 tiros.He disparado mucho en mi vida.

Lo primero que quise ver fue si mi brazo tenía fuerza para manejar esa arma que yo siempre usé.Esa está al lado de uno, usted la tiene. Moví el peine, la cargué, le puse el seguro, se lo quité, le saqué el peine, le saqué la bala, y dije:Tranquilo.Eso fue al día siguiente.Me sentía con fuerza para disparar.

Tenemos medidas tomadas y medidas previstas para que no haya sorpresa, y nuestro pueblo debe saber con exactitud qué hacer en cada caso. Fíjense bien, hay que saber qué hacer en cada caso.

No vamos a describir, no le vamos a contar a “Bushecito” qué medidas tenemos previstas.Si le puedo decir: “Mire, caballerito, se va a reventar, si es que no le han lanzado antes una patada y lo sacan de ahí por violar las leyes de Estados Unidos.” Se le está rebelando todo el mundo, no encuentran más que delitos, delitos, delitos y delitos.

Yo no quiero hoy —y ojalá no tenga que hacerlo— sugerirle a la CIA, que está investigando mi salud y el supuesto Parkinson, unas cuantas investigaciones en torno al emperador. No creo que haya necesidad de hacerlo.

Mi propósito no son ofensas personales. Les digo lo que les digo porque reflejan conceptos, reflejan desprecio, reflejan la idea clara que tenemos de la mediocridad, de la estupidez y de muchas cosas más; pero no deseo abordar ciertos temas, tenemos abundantísimo material, y le podemos sugerir a la CIA—que está muy brava, por cierto, porque la han desconocido, la han humillado— algunas investigaciones sobre la salud del emperador.Desde luego, tampoco la CIA ha dicho una palabra de cómo entró Posada Carriles en Estados Unidos. ¡Nadie, nadie, nadie!

Les hice una pregunta, compañeros estudiantes, que no he olvidado, ni mucho menos, y pretendo que ustedes no la olviden nunca, pero es la pregunta que dejo ahí ante las experiencias históricas que se han conocido, y les pido a todos, sin excepción, que reflexionen: ¿Puede ser o no irreversible un proceso revolucionario?, ¿cuáles serían las ideas o el grado de conciencia que harían imposible la reversión de un proceso revolucionario?Cuando los que fueron de los primeros, los veteranos, vayan desapareciendo y dando lugar a nuevas generaciones de líderes, ¿qué hacer y cómo hacerlo? Si nosotros, al fin y al cabo, hemos sido testigos de muchos errores, y ni cuenta nos dimos.

Es tremendo el poder que tiene un dirigente cuando goza de la confianza de las masas, cuando confían en su capacidad.Son terribles las consecuencias de un error de los que más autoridad tienen, y eso ha pasado más de una vez en los procesos revolucionarios.

Son cosas que uno medita.Estudia la historia, qué pasó aquí, qué pasó allí, qué pasó allá, medita lo que ocurrió hoy y lo que ocurrirá mañana, hacia dónde conducen los procesos de cada país, por dónde marchará el nuestro, cómo marchará, qué papel jugará Cuba en ese proceso.

El país ha tenido limitaciones de recursos, muchísimas; pero este país no ha hecho más que despilfarrar recursos, tranquilamente, y así, mientras a ustedes les daban un jaboncito que no tenía olor, y pasta de dientes para que se lavaran la boca, disciplinadamente, cada mes, no sé cuánto, aunque descuidaron la atención en algunas escuelas a determinadas actividades que dieron lugar, por ejemplo, a la excelentísima dentadura de nuestros jóvenes, y hasta descuidos de ese tipo existieron.Hubo quienes creyeron que con métodos capitalistas iban a construir el socialismo.Es uno de los grandes errores históricos.No quiero hablar de eso, no quiero teorizar; pero tengo infinidad de ejemplos de que no se dio pie con bola en muchas cosas que se hicieron, quienes se suponían teóricos, que se habían empanfletado hasta el tuétano de los huesos en los libros de Marx, Engels, Lenin y todos los demás.

Fue por eso que dije aquella palabra de que uno de nuestros mayores errores al principio, y muchas veces a lo largo de la Revolución, fue creer que alguien sabía cómo se construía el socialismo.

Hoy tenemos ideas, a mi juicio, bastante claras, de cómo se debe construir el socialismo, pero necesitamos muchas ideas bien claras y muchas preguntas dirigidas a ustedes, que son los responsables, acerca de cómo se puede preservar o se preservará en el futuro el socialismo.

¿Qué sociedad sería esta, o qué digna de alegría cuando nos reunimos en un lugar como este, un día como este, si no supiéramos un mínimo de lo que debe saberse, para que en esta isla heroica, este pueblo heroico, este pueblo que ha escrito páginas no escritas por ningún otro en la historia de la humanidad preserve la Revolución? No piensen ustedes que quien les habla es un vanidoso, un charlatán, alguien que le gusta el bluff.

Han pasado 46 años y la historia de este país se conoce, los habitantes de este país la conocen; la de aquel imperio vecino también, su tamaño, su poder, su fuerza, su riqueza, su tecnología, su dominio sobre el Banco Mundial, su dominio sobre el Fondo Monetario, su dominio sobre las finanzas mundiales, ese país que nos ha impuesto el más férreo e increíble bloqueo, del cual se habló allá en las Naciones Unidas y Cuba recibió el apoyo de 182 países que pasaron y votaron libremente por encima de los riesgos de votar abiertamente contra ese imperio. Eso lo logra la isla, y no cuando tenía el apoyo del campo socialista de Europa, cuando ese campo socialista desapareció, y cuando la URSS también se derrumbó. No solo hicimos esta Revolución con nuestro propio riesgo durante un montón de años, en determinado momento, habíamos llegado a la convicción de que jamás si éramos atacados directamente por Estados Unidos lucharían por nosotros, ni podíamos pedirlo.

Con el desarrollo de las tecnologías modernas era ingenuo pensar o pedir o esperar que aquella potencia luchara contra la otra, si intervenía en la islita que estaba aquí a 90 millas, y llegamos a la convicción total de que ese apoyo jamás ocurriría.Algo más: se lo preguntamos un día directamente varios años antes de su desaparición: “Dígannoslo francamente.” “No.” Respondieron lo que sabíamos que iban a responder y entonces, más que nunca, aceleramos el desarrollo de nuestra concepción y perfeccionamos las ideas tácticas y estratégicas con las cuales triunfó esta Revolución y venció, con una fuerza que inicia su lucha con siete hombres armados, contra un enemigo que disponía de 80 000 hombres, entre marinos, soldados, policías, etcétera, tanques, aviones, cuanta arma moderna para aquella época podía poseerse, era infinita la diferencia entre nuestras armas y las armas que tenía aquella fuerza armada, entrenada por Estados Unidos, apoyada por Estados Unidos y suministrada por Estados Unidos.Más que nunca, después de la respuesta, nos arraigamos en nuestras concepciones, las profundizamos y nos fortalecimos al nivel tal que nos permite afirmar hoy que este país militarmente es invulnerable y no en virtud de armas de destrucción masiva.

Les sobran a ellos todos los tanques, y a nosotros no nos sobra ninguno, ¡ninguno! Toda su tecnología se derrumba, es hielo al mediodía en medio de un parque caluroso. Y otra vez, como cuando teníamos siete fusilitos y pocas balas. Hoy tenemos mucho más que siete fusiles, tenemos todo un pueblo que ha aprendido a manejar las armas; todo un pueblo que, a pesar de nuestros errores, posee tal nivel de cultura, conocimiento y conciencia que jamás permitiría que este país vuelva a ser una colonia de ellos.

Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra." [...]


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