Con el tiempo, uno va perdiendo la fe en la dogmática jurídica, así que este cuento pierde sentido cuando te acabas dando cuenta de que el Derecho es un mecanismo para invisibilizar las lucha de intereses que de forma conflictiva concurren en la sociedad, haciendo que el Estado proclame cuál es el interés que el propio Estado considera "la verdad". El campo jurídico no es sino una inmensa maquinaria de maquillaje, en la que sus técnicos se encargan de dar coherencia formal a la resolución del conflicto, haciendo que esa verdad (fruto de la lucha de intereses) aparezca como la "natural" o la más "lógica".
Para ello, se crean mecanismos que formalmente separan a los jueces de estos intereses contradictorios. Para nombrar al Constitucional, la responsabilidad se reparte entre distintos órganos separados formalmente. Según el artículo 159 CE serán nombrados por el rey 12 magistrados de entre profesionales del Derecho con al menos 15 años de experiencia profesional y reconocido prestigio:
- 4 propuestos por 3/5 del Congreso (compuesto este por dos fuerzas políticas: los colorados y los azules).
- 4 propuestos por 3/5 del Senado (compuesto por igual o similar proporción de colorados y azules).
- 2 propuestos por el Gobierno, compuesto o por los colorados o por los azules (el color corresponderá con el que tenga mayoría en Congreso y Senado).
- 2 propuestos por el Consejo General del Poder Judicial, órgano técnico que está compuesto por 20 miembros, de los cuales 4 son nombrados por 3/5 del Congreso, 4 por 3/5 del Senado y 12 propuestos por las asociaciones profesionales (una de tinte colorado tirando a azulón, y la otra de color azul fluorescente).
Esta es nuestra curiosa división de poderes, en la que quien gana el Congreso, gana el Senado, gana el Gobierno y consigue la hegemonía en el CGPJ. Por eso se habla de jueces "progresistas" (colorados) y "conservadores" (azules). Fundamentalmente, porque en el debate constitucional los partidos de derechas se empecinaron en que los jueces no debían tener filiación política. Decía Fraga que no sólo debían ser honrados, sino parecerlo (por eso las asociaciones profesionales sustituyen formalmente a los partidos en este ámbito).
El Tribunal Constitucional es un tribunal de excepción. En EEUU, por ejemplo, son los propios jueces ordinarios los que interpretan la constitucionalidad de las leyes. El Constitucional es un órgano creado para los Estados con un patente peligro de guerra civil, o que vienen de una guerra civil. Es un mecanismo para garantizar consensos, ya que los plazos de nombramiento del TC no coinciden con los plazos de nombramiento de los demás órganos políticos, con lo que la oposición colorada o azul tendrá que estar de acuerdo en las cuestiones importantes que se deciden en los demás órganos del Estado. El TC es un legislador en negativo, en tanto que decide qué ley deja de tener validez.
Pero para mí, lo más significativo de lo que ha pasado con el Estatut no es su politización, porque es algo que presumo de todo ser viviente, sea o no consciente de ello, y porque volverá a manifestarse pronto teniendo en cuenta la estrategia del PP. Son las paradojas de la derecha, que al final es quien más se esfuerza por romper España.
Para mí lo más significativo de todo esto es la tremenda paradoja que se ha creado entre lo constitucional y lo democrático. Un texto aprobado en referéndum y por los órganos democráticos tanto catalanes como del Estado ha resultado no ser constitucional. Es decir, que mediante una maraña formal, mediante una ficción jurídica, el órgano garante de la democracia ha decidido que una decisión mayoritaria del pueblo no es democrática. El "espíritu del 78" es quien decide por los seres humanos reales. Compañer@s juristas, tomando en cuenta los últimos sucesos...
Para ello, se crean mecanismos que formalmente separan a los jueces de estos intereses contradictorios. Para nombrar al Constitucional, la responsabilidad se reparte entre distintos órganos separados formalmente. Según el artículo 159 CE serán nombrados por el rey 12 magistrados de entre profesionales del Derecho con al menos 15 años de experiencia profesional y reconocido prestigio:
- 4 propuestos por 3/5 del Congreso (compuesto este por dos fuerzas políticas: los colorados y los azules).
- 4 propuestos por 3/5 del Senado (compuesto por igual o similar proporción de colorados y azules).
- 2 propuestos por el Gobierno, compuesto o por los colorados o por los azules (el color corresponderá con el que tenga mayoría en Congreso y Senado).
- 2 propuestos por el Consejo General del Poder Judicial, órgano técnico que está compuesto por 20 miembros, de los cuales 4 son nombrados por 3/5 del Congreso, 4 por 3/5 del Senado y 12 propuestos por las asociaciones profesionales (una de tinte colorado tirando a azulón, y la otra de color azul fluorescente).
Esta es nuestra curiosa división de poderes, en la que quien gana el Congreso, gana el Senado, gana el Gobierno y consigue la hegemonía en el CGPJ. Por eso se habla de jueces "progresistas" (colorados) y "conservadores" (azules). Fundamentalmente, porque en el debate constitucional los partidos de derechas se empecinaron en que los jueces no debían tener filiación política. Decía Fraga que no sólo debían ser honrados, sino parecerlo (por eso las asociaciones profesionales sustituyen formalmente a los partidos en este ámbito).
El Tribunal Constitucional es un tribunal de excepción. En EEUU, por ejemplo, son los propios jueces ordinarios los que interpretan la constitucionalidad de las leyes. El Constitucional es un órgano creado para los Estados con un patente peligro de guerra civil, o que vienen de una guerra civil. Es un mecanismo para garantizar consensos, ya que los plazos de nombramiento del TC no coinciden con los plazos de nombramiento de los demás órganos políticos, con lo que la oposición colorada o azul tendrá que estar de acuerdo en las cuestiones importantes que se deciden en los demás órganos del Estado. El TC es un legislador en negativo, en tanto que decide qué ley deja de tener validez.
Pero para mí, lo más significativo de lo que ha pasado con el Estatut no es su politización, porque es algo que presumo de todo ser viviente, sea o no consciente de ello, y porque volverá a manifestarse pronto teniendo en cuenta la estrategia del PP. Son las paradojas de la derecha, que al final es quien más se esfuerza por romper España.
Para mí lo más significativo de todo esto es la tremenda paradoja que se ha creado entre lo constitucional y lo democrático. Un texto aprobado en referéndum y por los órganos democráticos tanto catalanes como del Estado ha resultado no ser constitucional. Es decir, que mediante una maraña formal, mediante una ficción jurídica, el órgano garante de la democracia ha decidido que una decisión mayoritaria del pueblo no es democrática. El "espíritu del 78" es quien decide por los seres humanos reales. Compañer@s juristas, tomando en cuenta los últimos sucesos...
jajajaja muy bien carlos! te seguire...me ha encantado el final de tu entrada!
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